jueves, 5 de mayo de 2011

Diario de una narcoléptica II

Desde que estoy en preparatoria acostumbro llevar un diario de sueños, independientemente de tener narcolepsia. Casi nunca suelo tener pesadillas, son muy escazas las ocasiones en que me invaden. Por ejemplo, el año pasado creo que no tuve ninguna; de niña no recuerdo mucho haber tenido, pero cuando soñaba una… Era terrible.  

A pesar de que nunca me desperté como en las películas y libros gritando ni nada por el estilo, quedaba muy asustada, pero luego se me pasaba y volvía a dormir. En  los últimos años las pesadillas eran muy identificables gracias a que tardaba tiempo en moverme y en despertar.

Exactamente hoy, tuve una pesadilla. La verdad es que está muy boba pero me dio miedo.  Estaba en una casa obscura, no había nada de luz y tenía un aspecto siniestro. Una amiga se encontraba conmigo e íbamos a bajar por unas escaleras; a medio camino aparece un cubo de Rubik armado completamente. En menos de un segundo una de las caras cambia de color. Era obra de un fantasma,  un espíritu malvado.  Volteo al final de la escalera y no se ve nada gracias a la obscuridad. Final del sueño.

Quizá piensen cómo alguien puede asustarse con eso… Pero pasa. Tal vez lo que  más me asusto fue que me sentía inmóvil en la vida real, me costó un poco de trabajo reaccionar en que estaba en mi habitación y después, tomar el celular para escribir el sueño, sentía los dedos pesados.

Hace poco leí en un folleto y en internet que eso pasa a veces cuando entras a la fase REM, al despertar o quedarte dormido (lo de la parálisis). No sé si sea eso lo que me pasó, ¿probablemente sí? Lo que sí sé es que no fue una experiencia muy agradable.  Supongo que eso es uno más de los gajes del sueño.

Dejaré una página sobre la narcolepsia que me llamo mucho la atención: 


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