Fotografía de Lara Jade. |
Hace dos días, exactamente el último día
del mes de enero, decidí que regalaré este año doce girasoles. Ya di el primero.
Iba caminando por la calle y me encontré
una flor, no sé el nombre pero trataré de dar una descripción: son rosas, caen
de los árboles; no tienen petalos, sino que se abren como pulpos, es decir,
tienen muchas hebras. En fin, luego
pondré una foto.
El punto es que recogí esta flor y me fui
jugando con ella todo el camino. En una
calle un hombre (bastante sexy) pasó junto a mí y traté de “analizarlo”, como
mi profesor de Medios impresos lo hizo en una clase de forma rápida; me fijé en
su ropa, desde sus zapatos hasta el cabello. Fue interesante.
Continué caminando y miré más personas.
No siempre ha sido de mi interés conocer gente extraña a media calle – y sigue
sin serlo – pero en cada uno miraba un todo; algo desconocido, como si esa
persona sin importar si es hombre o mujer representará todo lo que es la
sociedad, México, el universo.
En el transcurso fui pensando en él
hombre, en los demás que vi y en más cosas que no logro concentrar en una idea
concreta. Hasta que, como un flashazo,
se me ocurrió que regalaría flores cada mes a alguien. Esta persona deberá ser desconocida para mí,
a alguien que me llamé la atención en la calle, mientras camino y tras mucho
pensarlo, el día del mes lo elegiré al azar.
Quizá se pregunten, “¿por qué un
girasol?” Hay muchas razones. Desde hace tiempo es mi flor favorita, siempre
mira al sol. He plantado varios. Unos fueron personas y fotografías; otros los
regalé a una persona que me ha enseñado mucho y que quiero. Plantaré más este
año… ya veré luego para qué. Cada girasol es único. Más que lo que fueron, son
y serán, para mí un girasol representa todo; el que miras siempre al sol, a la
luz, un sol llena a todos de calor, el sol está aquí y allá, un sol es vida.
No sé exactamente qué ganaré con esto ni
por qué lo hago, espero aprender. Iré
comentando a través de este medio mis resultados.
Girasol I
Sí, ya lo regalé. Ese último día del mes
de enero, mientras caminaba, como lo dije anteriormente, se me vino
repentinamente la idea de regalar; en menos de dos minutos vi a la primer
persona a quien quería regalarle uno. Una mujer que he visto desde finales del
año pasado caminar en andadera por las calles, siempre. Nunca supe hacía dónde
se dirigía cada vez que la veía, pensaba que salía a dar un paseo… Hasta hace
poco. Se va a sentar a una panadería-café, eso lo descubrí una vez que pasé por
ahí y a partir de ese día, comencé a verla más seguido en esa panadería, cada
vez que pasaba por ahí a cierta hora.
Cuando la vi medio dormida, con el
cabello gris y largo sobre sus hombros y una taza de café sobre la mesa, supe
que debía darle a ella la primera flor. La única que traía en la mano era la
que cayó del árbol y por un momento pensé en dársela. Me dio miedo, pena, qué
se yo. Obvio no me regresé a comprar un girasol, no tenía tiempo y aunque la
hubiera comprado creo que no me hubiera atrevido. Le di la flor mentalmente,
luego se la daría en físico.
Hoy la compré y caminé hasta pasar por la
panadería. Para mi decepción, no la encontré… Pero sé que va todos los días; le
pregunté a una chica que trabaja ahí y como no había ido aún, se la dejé para
que se la diera. No quise en un principio porque prefería dársela personalmente
pero sería muy difícil encontrarla y no compraría un girasol cada vez que pasé
por ahí, esperando que esté. En fin, se
lo di a la chica y me fui; creo que se desconcertó un poco. Confío en que se la
dé, se ve que lo hará.