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Yo después del Coloquio en la semana antes de vacaciones. |
Dormir es casi un placer. Uno de esos que no se deben desperdiciar pero tampoco tomar en exceso. ¿A quién engaño? Amo dormir, sin embargo, a veces puede ser un problema. Hace tres semanas, antes de las vacaciones de Semana Santa y Semana de Pascua, estuve durmiendo diariamente... En clases. En cierta parte supongo que fue por el cansancio y desvelos, además de que se me olvidó tomarme el fantástico medicamento que me ayuda a mantenerme despierta, "Modiodal." Toda esa semana me dormí a tal punto que una amiga hizo una galería de fotos en su celular de mí durmiendo. Y gracias a mi estado inconsciente no recuerdo muy bien algunas cosas, como la conjugación del subjuntivo en francés. Cosa que nunca me había pasado ya que tengo la habilidad de aprender o hacer otras actividades mientras duermo (generalmente).
Ayer, fui a un bautizo y después a la comida. Adivinen; me quedé medio dormida a medio festejo. No una ni dos veces, sino gran parte del tiempo. Qué vergonzoso, lo sé, pero qué hacerle. Después de la celebración pensaba asistir a una reunión en Chapultepec pero me dormí todo el camino a mi casa y me desperté apenas entrando a la calle donde vivo. Bajé del carro, di las gracias y adiós mundo, dormí hasta aproximadamente las nueve y media de la noche y abrí los ojos de nuevo gracias a mi madre que me fue a levantar, "para que te quites el vestido y acomodes la cama". Tuve un sueño tan profundo que ni siquiera escuché las veces que me hablaron por el iPad, el cual estaba a mi lado y con el volumen máximo.
A veces me siento como la chica que duerme todo el tiempo y no puede despertar del libro de Haruki Murakami, Alter Dark. Sólo a veces.