Si te tuviera
un día más, me quedaría contigo las 24 horas. Me sentaría a tu lado y te daría
de comer un pastel de chocolate, una nieve de napolitano, un flan y unos tacos.
Pondría cumbias y música alegre para que bailaras, sentada en la cama, como
solías hacerlo.
Me quedaría
mirándote y nos tomaríamos fotos, aunque nunca llegaste a ver alguna de todas
las veces que te fotografiaron.
Repetiría una
y otra vez todas las canciones que te gustan: de Selena, de la Sonora Dinamita,
de Cri Cri, de Cepillin, del “Oso” y los villancicos navideños. Te cantaría
todo el día, porque nunca me decías que no querías escucharme.
Te daría la
muñeca verde que tanto te gusta, la que siempre te alegraba cuando sonaba. Y
después cantaría la misma canción hasta que te rías.
Pondría
sonidos de animales de granja. O trataría de arreglar el juego musical de las
estrellas, que dejó de servir hace años. Incluso te daría los enfadosos cubos
que aventabas para después recogerlos y que se repitiera el mismo proceso.
Si estuvieras un día más conmigo, dejaría que me dieras besos en la cabeza como siempre lo hacías. Y aunque me empujaras, te abrazaría una vez más.
Si estuvieras un día más conmigo, dejaría que me dieras besos en la cabeza como siempre lo hacías. Y aunque me empujaras, te abrazaría una vez más.
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