Consejo número uno:
“Ser consciente de que todos los humanos, especialmente tú, tienen dignidad y que si no se cuida se puede ascender al grado de egocentrismo o cabrón (a) o descender hasta el piso”
“Aprendan lo que es tener dignidad, pruébenla” es la famosa frase del profesor de Teología y el futuro eslogan de la ONG “Di sí a la dignidad” en la cual se defenderá desde el precio del aguacate hasta la cantidad de cubos de azúcar en el café de las personas al ser invitadas a una fiesta de etiqueta.
Dignidad, es un valor que todos tienen pero no todos lo utilizan. Cabe aclarar que esto no es un texto de autoayuda ni cristiano, simplemente es para que recuerden todas aquellas personas que, citaré a una amiga, no nacieron para complacer a nadie. Suena egoísta pero ¿me lo van a negar? Si no se empieza por uno mismo no se cambia lo demás, no se progresa el resto, no se deja de ser de la borregada (ya hasta hablo como maestra) y no se irá más allá de lo superficial.
Más que un derecho es una obligación ser dignos; es un estado de equilibrio en donde no se pisotea ni pisoteas. Por supuesto que no siempre las personas se dan cuenta de ello, por eso se le da un estado de “don” o demasiado “bobo para ser cierto”. No es verdad, sólo se debe trabajar en ello, como todo lo demás y quizá, tener un orgullo que no raye en el ego.
PLUS: Considero al grupo Mago de Oz especialistas en este tema, por lo que recomiendo escuchar o por lo menos ver la letra de La voz dormida, Molinos de viento y La leyenda de la mancha, canción de la cual surge esta frase:
“Hay una maldición: el sueño eterno dormirás si tu espada, no sirve al honor.”
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