El método de la Paja
Cuando hay mucho ruido, hay pocas nueces, dicen. A través de mi carrera universitaria – y mi vida fuera también –me he dado cuenta que es verdad. Y lo es desde mis compañeros hasta los profesores. En el caso de estos últimos sucede de dos maneras: los que lo hacen por alardear y aquellos que lo hacen inconscientemente con fines de enseñanza. Dentro de esta forma inconsciente entra el contenido de la clase a manera de ejemplo, sin embargo se le da mucho rodeo a lo que se quiere decir; esto deriva en tres resultados: los estudiantes que entienden el punto; los que se quedan con las palabras sin llegar a comprender el objetivo y los que simplemente escuchan pero no logran tomar lo importante, es decir, el contenido. Como una cadena, se desprende desde la opinión del alumno que el profesor o la profesora es o no bueno (a). Así como hay maestros habladores y “pajeros” buenos, los hay malos, independientemente de la opinión del alumno. Pero lo que me ha quedado claro es que siempre, ya sea poco o mucho, aportan algo a los estudiantes y más que un deber, es un derecho de ellos tomar ese conocimiento, experiencia o lo que sea que consideren trascendente. Es un proceso que si no se lleva a cabo, no sirve de nada.
Pero bueno, como una contraposición a mí misma, tomaré las palabras que dijo uno de mis profesores hoy en la mañana “No etiqueten, den tiempo al proceso humano”.
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